Freud fue el primer pensador que utilizó el término inconsciente para
designar un concepto de su teoría. Sin embargo, fue él quien terminó por
convertirlo en fundamental para su disciplina, asignándole una significación
muy distinta de la atribuida por sus
predecesores.
Al combinar tradiciones de la psiquiatría dinámica y la filosofía alemana, Freud elaboró una concepción inédita del inconsciente.
Realizó en primer lugar una síntesis de las enseñanzas de Jean Martin Charcot, Hippolyte Bernheim y Josef Breuer, que lo llevó hacia el psicoanálisis y, en un segundo momento, proporcionó un andamiaje teórico al
funcionamiento del inconsciente a partir de la interpretación de los sueños.
En efecto, para Sigmund Freud el inconsciente ya no es una "supra consciencia" o un
"subconsciente", situado sobre o más allá de la consciencia; se
convierte realmente en una instancia a la cual la conciencia no tiene acceso,
pero que se le revela en una serie de formaciones como los sueños, los lapsus, los chistes, los juegos de palabras, los actos fallidos y en los síntomas. El inconsciente, según Freud, tiene la particularidad de ser a la vez
interno al sujeto (y a su consciencia) y exterior a toda forma de dominio por
el pensamiento consciente.
Freud (1868) define el inconsciente de una manera completamente original
que ya no es simplemente lo opuesto al consciente: El inconsciente freudiano es
una noción tópica y dinámica; es un sistema psíquico que tiene contenidos y que
posee mecanismos que se pueden describir como específicamente inconscientes; es
un sistema que se rige por leyes y posee una economía de energía que le son
propias.
Freud concibió el inconsciente sólo como inconsciente individual, en el
que se encuentran las vivencias reprimidas del sujeto individual.
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